En la actualidad la forma más sencilla de resolver cualquier problema es buscando en internet, donde podemos encontrar respuestas a gran cantidad de preguntas que se nos ocurran, y además, alternativas a situaciones que debamos resolver, como plantillas, diseños, trabajos, en fin, las posibilidades parecen casi infinitas de las opciones que nos presenta el maestro de internet. Esto trae una obvia consecuencia a nuestras vidas y es que, en principio, tenemos el conocimiento del mundo al alcance de nuestros dedos, sin tener que desplazarnos o gastar mayores recursos en la búsqueda.

Pero esta suerte de comodidad también trae otras consecuencias, y es que nos va disponiendo una zona de confort que a largo plazo resulta difícil abandonar. Y no estamos hablando de dejar atrás la tecnología y aislarnos del mundo digital, sino empezar a usar la tecnología que tenemos disponible de una manera diferente, resultando ser una fuente de conocimiento que encienda la luz hacia la exploración y no como un lugar para buscar de forma estandarizada un protocolo de acción ante cualquier situación. Cuando perdemos la capacidad de cuestionar la información, seguir buscando, crear mejoras ambiciosas para lo que ya conocemos, es entonces cuando estamos empezando a actuar como autómatas digitales, creyentes fieles de todo lo que leemos, es cuando se da el giro hacia la falta de creatividad e innovación, estamos nosotros a merced de la tecnología y no usamos la tecnología como herramienta para nuestra vida.

Para poder ir más allá, tenemos que estar dispuestos a salir de la zona de confort tecnológica que nos ha cercado silenciosamente, despertar significa empezar a cuestionar cada cosa que leemos, cada proceso que conocemos, ver a través de las realidades y preguntarnos de manera constante ¿cómo podría ser esto mejor? De seguro en principio puede ser una actividad que requiera una gran cantidad de esfuerzo del pensamiento. Así como los músculos, el pensamiento si no se entrena se atrofia y va cayendo en una especie de flacidez cognitiva, entonces cuando empezamos a cuestionarnos las cosas, comenzamos el proceso de entrenamiento cerebral que conduce a la innovación, al desarrollo de nuevas ideas, a mejorar los elementos existentes que ya conocemos, modificar, renovar. Cuando nos cuestionamos las cosas estamos empezando a innovar.